María del Rosario Martín Martín

Dos navidades sin él

Me dirijo en esta carta ante todo el que le pueda interesar, y ante los que tengan el poder de decidir cuándo y cómo podré ver a mi hijo después de más de medio año.

1Me siento impotente al verlo en un cristal sin poder darle un abrazo, cuando se está permitiendo salir de permiso a sus compañeros y en su caso con las ¾ partes de la condena no se le ha concedido un solo permiso a pesar de no tener ningún informe de mal comportamiento.

Dos navidades sin él.

Según me cuenta, después de visitarle son los mismos presos los encargados de limpiar las cabinas donde hemos acudido los familiares.

Llegado este punto, creo y me veo en la obligación de escribir para poder sentirle cerca, mas pudiendo aportar yo misma un PCR negativo o incluso hacerme un test de los que se pueden hacer en las farmacias, con el único objetivo de poder entrar en prisión y abrazarle. No tiene sentido alguno que unos salgan de permiso y yo no pueda ni estar ni tocar a mi hijo.

Tampoco tiene sentido que sea un compañero suyo el que limpie el lugar donde acudimos los familiares de dos en dos. Ni siquiera sé a dónde dirigirme y ese es el motivo por el que entrego esta carta a Salhaketa.

Después de muchas visitas son muchas las familias que piensan como yo y están dispuestas a acompañarme en esta protesta.

Tal y como me he informado, en otras prisiones de País Vasco con más incidencia de covid-19 se están permitiendo los vis-a-vis familiares.

Desconozco hasta donde yo tengo que llegar para que se produzca un abrazo con mi hijo, pero deseo sepan que lo haré, con la única intención de poder abrazarle.

Un saludo, atentamente.

Bilatu